martes, 6 de septiembre de 2016

Mañana de Palomas

Este sábado, muy de madrugada, nos congregamos un pequeño grupo de amigos a una cita muy especial, una mañana palomera organizada por nuestro buen amigo Jesús.
Jesús había mimado todo al detalle como es siempre habitual en el, puestos colocados de manera estratégica y muy elaborados para evitar ser visto por las palomas, pero teniendo la mejor visión para el cazador.
Cebaderos  para complementar la abundante comida de las palomas y tratar de atraer torcaces a la zona y generarles alguna querencia.

Precioso amanecer castellano
 

Nos colocamos a las 07.00 y disfrutamos de un amanecer maravilloso en el que todos los tiradores esperábamos con tensión quien seria el afortunado en realizar el primer disparo y quien abatiría la primera torcaz.
Mi puesto se situaba en una de las puntas, frente a un sembrado inmenso partido por el culebroso arroyo que sirve de linde con la otra finca.  Una liebre me hizo compañía durante los primeros minutos de madrugada a la que se le unieron una manada de estupendas patirrojas y alguna urraca.

Pasan los minutos y oigo algún disparo de los puestos mas alejados al mio, parece que lo están pasando estupendamente!

En mi puesto tengo lo estrictamente necesario, mi fiel macuto que hoy contiene unas gafas de sol, cascos auditivos, y alguna caja de Venatum en 34 gramos y perdigón de 7 1/2.  Llevo también el estuche de chokes, mi silla montera y mi fiel semiatuomática.


Visto el paso de otros años, me decido por el choke de 2*.  Hacia las 07.20, veo que se me acercan dos maravillosas torcaces a cumplir por mi postura.  Las veo dibujarse en el cielo y casi puedo contar sus aleteos.  La que va delante abre su vuelo levemente a la derecha y me quedo fijo en la segunda.  Permanezco inmóvil, con la escopeta aun apoyada en mi escondite... no me muevo, casi ni respiro... viene larga, seguramente a 35-40 metros... está cumpliendo... me va a sobrevolar en breves instantes...  llega el momento! como un resorte, armo mi escopeta, encaro, sigo su vuelo, la adelanto, y suelto el primer disparo, pluma blanca, pero continua su vuelo, ha cambiado la trayectoria y vuelvo a adelantarla, ya en diagonal, y le suelto un segundo disparo, quizás venturoso porque la distancia ya no es la óptima para el disparo... mas plumas, y se adentra en la zona de artillería que componen mis amigos de tirada.  Se suceden un par de disparos rápidos y la veo caer lejos ya, a mis espaldas.



Mi primera reflexión, he adelantado poco, necesito mas concentración de plomo a esta distancia... decido esperar a ver si las siguientes siguen la misma tendencia.

La segunda, repite casi al milímetro la trayectoria y altura, y cae de mi segundo disparo.  Decido cambiar el choke y estrangular mi cañón a 1*.  Es importante recordar que si vamos a cambiar de choke en plena faena, la seguridad es primordial.  En mi caso, dejo el cerrojo abierto y la recámara vacia durante la operación.  No me fio del seguro, lo siento, pero mejor pecar de precavido.

Veo durante las siguientes horas, que el cambio de choke ha sido un acierto para este tiradero y este cartucho.  Disfruto de algunos lances maravillosos con algún disparo fulminante que me llena el ego y me templa la puntería.  Entre lance y lance, me marean los tordos y una abubilla que sabe que la guerra no va con ella.

Hacia las 10.40, cobramos las piezas y recogemos las vainas.  Jesús dispone un taco digno de reyes, a la sombra de un olivo y como ya es menester en este grupo de amigos, pasamos la mañana arreglando el país, Europa y la situación mundial.

Por la tarde solo volvemos 3 amigos, Jesús, Ian y yo.  Cambiamos las posturas y nos colocamos en un triangulo.  Yo estoy metido en un olivar frente a Jesús e Ian ocupa mi puesto de la mañana.  Aunque más perezosas, comienzan a desfilar las torcaeces y es Jesús el primero en abatir a una grisacea.  Como estamos cerca, nos avisamos los unos a los otros de las que se nos acercan.
En un momento determinado, me entra una imponente torcaz por entre los olivos que me sorprende, y le disparo ya en huida... Ian la recibe, esperandola agazapado y la tumba de un certero segundo disparo.


Mantengo el choke de 1* aunque esta vez, me acompaña también mi fiel Ugartechea de 2** y 3***.  Disfruto de un lance con 3 torcaces, pudiendo abatir 2 en el mismo lance.

Llegado el final del jornada el balance es maravilloso, un día divertido entre amigos, con lances apasionantes... disfrutando del campo...

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