miércoles, 19 de octubre de 2016

Una montería de libro... como Dios manda

El pasado fue un fin de semana montero en su plenitud, temperaturas en descenso después de unos días de lluvia pero con un cielo despejado y una suave brisa peinando las copas de los alcornoques y encinas de la zona de los montes de Talavera de la Reina.



El sábado fue una jornada realmente especial, Ian y yo, acudíamos a la llamada de nuestro amigo Fernando de Spanishunters con la inmejorable compañía de nuestras mujeres.  Al ir acompañados de nuestras mujeres, cuidamos al mínimo detalle todo lo necesario para disfrutar al máximo de la jornada montera: silla adicional y ropa de sobra por si enfriaba la mañana, un taco selecto para disfrutar de un tentempié a media mañana... en fin, lujo en el puesto para monteros acostumbrados a pasar frio, humedad, boca reseca y estomago nervioso, atenuados por las descargas de adrenalina con cada crujido de una rama.



Disfrutamos del desayuno montero y casi sin darnos cuenta, ya estábamos en el sorteo de puestos.  Una cosa que siempre le comento a Fernando es la "precisión germánica" y puntualidad con la que va ejecutando los distintos pasos que suponen la "ceremonia" de la montería española.  Me toco en suerte la misma armada que a Ian y su mujer, ubicados nosotros unos puestos mas abajo.  A los minutos, emprendimos la peregrinación de la armada para colocarnos en las posturas.  El campo estaba imponente, vestido con sus mejores galas otoñales, lo que hacia presagiar una jornada de 10.

Puesto de gran belleza
Tengo que reconocer que disfruto mucho la compañía en el puesto, pero si esa compañía es mi mujer,  la jornada se convierte siempre en un día memorable e inolvidable.  Mi mujer aunque no le gusta disparar, disfruta de la tensión que transmite la montería, el crujir de ramas, las pisadas en lo sucio, las ladras que se acercan, y la veo vibrar con cada momento que nos suele regalar una montería tradicional.


Una de las cosas que aprecio muchísimo es su opinión sincera sobre los "cachivaches" típicos de la caza, los cascos protectores auditivos, los prismáticos, la silla etc...  Ella me aporta esa visión fresca y no sesgada, que no se deja llevar por las modas ni las marcas y siempre me aporta una opinión sincera basada en lo que siente al utilizar estos distintos objetos.



Después de algunos momentos de tensión provocados por crujidos de ramas en frente nuestro, alguna ladra que prometía, llego el momento del lance tan esperado, cruzando de izquierda a derecha, pudimos disfrutar de 3 reses a la carrera.  Siguiendo el proceso automático de "adquisición y valoración" del objetivo, mientras realizaba la maniobra de encare, valoré los 3 animales y me decidí por el tercero de los cérvidos.  Distancia aproximada, 90 metros, pendiente descendente y orografía irregular, visibilidad baja debido a la cobertura de los arboles, multitud de troncos de árbol que los animales van sorteando en veloz carrera.   Meto la res en el visor, que tengo en este momento con 4 aumentos (debo decir que la retícula iluminada ayuda muchísimo en casos de claro oscuro y carrera), adelanto el disparo unos 30 centímetros y presiono el gatillo pero justo la res da un salto y fallo el primer disparo.  Acciono el cerrojo rectilíneo a gran velocidad y preparo el segundo disparo, moderando el adelanto... disparo de nuevo y la res cae desplomada.  Un lance precioso y definitivo, quizás había adelantado el primer disparo de más.

Poco después llega la rehala que presionaba a las reses y rebusca en la maleza siguiendo el rastro.  Apartamos a los canes de la res abatida para evitar que estropee la carne.

Disfrutamos de un taco y con unas vistas incomparables, prácticamente dominado toda la mancha.  Se suceden los disparos y las ladras en nuestra armada y la que se encuentra al otro lado del valle.  Unos minutos antes que mi lance he podido oír dos disparos que presiento son de Ian, veremos en la recogida de la armada.  Efectivamente, hacia las 3 en punto, nuevamente puntualidad celosa de la organización, somos recogidos de puesto y pasamos por el puesto de Ian.  Veo ya en su cara que ha sido un lance trepidante porque sus ojos están aun encendidos de emoción y alegría.  Esa mirada que solo otro cazador puede entender.  Efectivamente, Ian ha abatido un estupendo venado de pecho, a unos 60 metros, colocando un fenomenal disparo en el pecho.  La alegría de Ian y su mujer son evidentes, y nos relatan el lance trasmitiéndonos todos los detalles del mismo.




Llegamos a la casa hacia las 15.20 donde ya nos esperan unas bebidas frescas y un generoso aperitivo.  Van llegando los monteros e intercambiamos nuestras experiencias.  Algunos puestos han sido muy afortunados, abatiendo algún venado portentoso o incluso varias reses.  De hecho uno de los puestos ha tenido la mala fortuna de fallar varias veces hasta a 14 guarros que le han entrado en dos grupos, uno de 9 y otro de 5.

En el camino de vuelta a casa el ambiente en el coche no puede ser mejor, satisfacción y alegría por haber disfrutado de una jornada memorable, en la mejor de las compañías.

El domingo, repetimos jornada montera, esta vez en una mancha cercana a la del día previo pero sin la estupenda compañía del día anterior.  En mi caso, tengo la suerte de un puesto maravilloso, en la cuerda descrita por un pedregal de grandes bloques de piedra.  Seguramente el puesto de más difícil acceso que he tenido en ninguna montería, pero por compensación, uno de los mas bellos.  La mañana es francamente movida, con muchos disparos, muchas ladras y movimiento en las retamas en frente de mi puesto.  Disfrutamos de un bareto y alguna gabata suelta, y tenemos la suerte de realizar un precioso lance abatiendo 3 ciervas a la carrera, fallando uno de los disparos.
Una vez recogemos los aperos, vemos subir a las mulas por el pedregal.  Nos regalan un espectáculo imponente de fortaleza.  Parece increíble los lugares por los que suben: durísima pendiente y bloques sueltos... El descenso del puesto es un verdadero esfuerzo y requiere máxima atención y todos los sentidos.

Fin de semana inolvidable, lances preciosos, algún trofeo muy merecido, paisaje de una belleza casi onírica, una organización precisa y de gran nivel y la mejor de las compañías, mi mujer Carmen, e Irache, la de Ian.


Equipo Utlizado:

Merkel RX Helix - Calibre 300 Win Mag
Visor Leica 2.6-16 x 56
Prismáticos Leica Trinovid HD 10x42
Munición Hornady International (SST) en 180 grains el primer día y Custom (punta de plomo) en 180 grains el segundo.

Remington 700 - Calibre 270
Visor Zeiss Duralit en capana de 42
Prismáticos Leupold Acadia en 10x42
Munición Hornady Internacional (SST) en 140 grains.

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