Recientemente hemos sabido que La Oficina Nacional de
la Caza había pedido al Parlamento Europeo acciones dirigidas al relevo
generacional en la actividad cinegética.
Hace ya algunos años que somos testigos, al menos la cuadrilla
con la que cazo habitualmente, que no es fácil encontrarse cazando a personas
jóvenes, o al menos, acompañando a padres o parientes.
La cuestión que ahora planteamos es bastante
preocupante y de no fácil solución, La juventud actual, en mi opinión, se
encuentra más preocupada u ocupada en actividades más urbanas y menos implicadas
con el entorno de la naturaleza.
Creo que varias son las razones que explican dicho
comportamiento y opino que mucha culpa de ello la tenemos los mayores, que no
hemos sabido o querido, implicar a los jóvenes en el amor a la naturaleza y, en
concreto, a los valores que, sin duda, comprende la actividad de la caza.
Varias son las razones que desmotivan a los más
jóvenes a inclinarse por el mundo de la caza. En primer lugar, la propia
desmotivación de algunos de nosotros al producirse una reducción muy
considerable en las especies cinegéticas. Ello, y que cada vez más alto coste
del ejercicio de esta actividad.
La reciente crisis económica ha obligado a muchos a
abandonar esta pasión nuestra por el coste que supone su práctica. La
consecuencia es clara, si el padre no caza, lo más probable es que el hijo
tampoco se sienta atraído.
Otra circunstancia es el desmedido interés de los
jóvenes por el mundo virtual y todo lo relacionado con redes sociales,
consolas, comunicación vía whats app, etc… Resulta mucho más atractivo liarse
todo el día con la “play” que pegarse el madrugón para ir a una montería en la
que, muchas veces, ni siquiera conseguimos ver pelo.
No podemos ignorar igualmente la general pérdida de
valores que alcanza igualmente a los que proponemos desde el mundo de la caza.
De igual forma, las nuevas corrientes, denominadas
“animalistas” y su filosofía en contra de la caza y todo lo relacionado con
ella, ha calado de forma decisiva en los jóvenes, hasta el punto de que, quien
escribe estas líneas, ya no exhibe con tanta vehemencia su condición de cazador
según en qué lugar y con quien se encuentre.
En fin, aún recuerdo con ilusión cuando acompañaba a
mi padre el día de la apertura de la media veda, en que no conseguía “pegar
ojo” la noche anterior y salíamos a primerísima hora de la mañana, aún de
noche, para estar en el cazadero en cuanto despuntaban los primeros rayos de
sol.
Confiemos en que poco a poco seamos capaces de
inculcar a nuestros hijos, sobrinos, nietos, etc… la pasión por la caza, el
amor a la naturaleza y el respeto por las especies.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMuy acertada tu reflexión. Por un lado lo costoso de esta actividad y los sacrificios en forma de madrugones hace que muchos jóvenes no se animen. Pero bueno, cuando yo empezaba también había trabas para empezar y aquí seguimos. Afición es lo que falta entre unos jóvenes poco acostumbrados al sacrificio y que solo busca el resultado instantáneo. También tengo que decir que en mi coto se ven jovenes que se inician en la caza, la mayoría no con arma, sino más bien con perros de agarre para el jabalí. A la caza menor cada vez hay menos jovenes a los que les interese, por lo menos donde cazo. El tema animalista, está haciendo mucho daño, confundiendo a la sociedad sobre nuestra afición. Saludos
ResponderEliminarQue razón tienes Carlos! Curioso que cada vez es mas exclusiva la caza menor y encima cada vez hay menos y sin embargo que cada vez hay mas mayor...
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