La búsqueda del Duende del bosque: arranca la temporada de corzo
Se acerca el 1 de abril y arranca la temporada de corzo. Para mí, el corzo es un animal casi mágico, bello, sigiloso, tierno, hasta dulce, diría yo. Recuerdo una ocasión en la que dando un paseo durante la media veda, al cruzar una zona de matorral bajo, me encontré de frente con un macho estupendo. Estábamos a unos 5 metros, frente a frente, nos miramos durante unos largos segundos, inmóviles los dos, fijos en los ojos del otro… Su mirada era profunda, directa, casi altanera. Bajó levemente la cabeza y la volvió a levantar sin dejar de mirarme, como si se tratase de un saludo. Se dio la vuelta con pasos muy lentos, casi a cámara lenta, y se perdió en la espesura. Sin duda, fue uno de esos momentos geniales que a veces nos regala el destino y la naturaleza…
El corzo, también conocido como el duende del bosque, es un animal tremendamente territorial y se encariña con una zona concreta. Suele conocer sus vericuetos y pasos bastante bien, pero normalmente es puntual a sus costumbres. Si observas un ejemplar, normalmente siempre comerá en la misma siembra, beberá en el mismo sitio y sesteará en el mismo hueco.
Siempre es muy sigiloso y bastante cuidadoso, salvo en la época de apareamiento que suele centrarse en sus oponentes y no es tan atento. Normalmente, a primera hora de la mañana, es fácil ver a las hembras en las siembras, sabiendo que el macho nunca anda demasiado lejos. A medio día puedes estar paseando cerca de él y si se siente seguro en su escondite, no se moverá y nunca sospecharías estar a escasos metros de él. Tiene un oído muy fino, pero sobre todo una gran vista. Nunca se termina de relajar del todo y aunque esté comiendo, siempre levanta la cabeza para tener su entorno vigilado. Si oye algo, se quedará fijo observando hasta que detecte una amenaza, y entonces emprenderá la huida a gran velocidad. Cuando rompe en carrera es tremendamente veloz y saltarín, capaz de subir por auténticas paredes y saltar por medio de cualquier obstáculo que se le interponga en su camino.
No es un blanco fácil, aunque lo parezca. De hecho, hay quien lo llama “tragabalas” con dos significados: el primero, porque en movimiento se falla bastante dada su velocidad y porque no es un animal grande y nos lleva a engaños sobre la distancia; y en segundo lugar, porque tienen lo que los anglosajones llaman mucha “stamina”, es decir, una gran capacidad de resistencia aun estando mortalmente herido. Muchos son los que han tenido que pistear a un corzo durante mucho rato siguiendo su rastro, para descubrir que el disparo era letal por necesidad, pero el animal, inexplicablemente, ha sido capaz de recorrer distancias increíbles.
En cuanto a los calibres para abatir al duende, la verdad es que para gustos están los colores. Uno de los más usados será seguramente el .243 Win. Es un calibre con una gran rasante y realmente más que suficiente para abatir a este animal. De hecho, conozco a quien, cuando era legal, los abatía con un .22LR. En mi opinión, seguramente el calibre idóneo es el .270 Win, y seguramente el .270 WSM (Winchester Short Magnum) el mejor de los mejores. Yo los he tirado con un .300 Win Mag, pero reconozco que es un calibre excesivo e innecesario. Por su balística, el .300 WM es un buen “recechero”, pero las armas que lo disparan suelen ser pesadas.
Como decía al principio, la temporada de corzo empieza el 1 de abril y se dilatará hasta bien entrado el verano. Personalmente, prefiero rececharlos en el mes de abril, aprovechando las temperaturas bajas y las siembras aun cortas, donde es más fácil poder verlos. A medida que pasan las semanas, las siembras crecen y es más complicado identificarlos…
Buena suerte a los que tengan su precinto y a los demás, ojala tengáis la suerte de poder ver a estos maravillosos animales.