De monteria en Horcajo de los Montes... una visión distinta

Buenas,

hoy toma la "pluma" mi amigo Gonzalo para relatarnos su visión de la monteria de éste sabado.  Mi agradecimiento por su compañia y por la "liada" para escribir unas lineas!

Aún recuerdo cuando en alguna ocasión, hace más de tres décadas acompañé a mi padre a alguna jornada de caza. El madrugón (en aquella época no podía entender que alguien se levantara tan temprano para hacer nada), el viaje, con sus miradas al cielo para “pronosticar” el día que iba a hacer, el desayuno comunitario…

Después de tanto tiempo, ayer tuve la suerte de que mi amigo Joaquín me invitara a acompañarle a una montería en Horcajo de los Montes.

Resulta curioso como una persona es capaz de revivir parte de las experiencias que ocurrieron cuando era un niño. Ayer, además, se sumaron sensaciones que en aquel entonces no experimenté. Me refiero a los nervios previos a la montería, a la localización de los puestos y las personas que los ocupan, al estudio de las zonas donde sabes que el impacto final de la bala será seguro, a la impaciencia por oír las realas, a la tensión por ver, oír, sentir qué se mueve alrededor…

Con respecto a la montería en sí, nos hizo un día muy agradable, con buena temperatura, buena luz, poco viento, y salvo 15 minutos de lluvia suave, “de encargo”.

Siendo principio de temporada, se podía sentir la necesidad de todos los cazadores de “pegar tiros”, lo cual, en nuestro caso, más o menos se cumplió, pero no siempre llueve a gusto de todos y más de uno se quedó con las ganas.

Mención especial a los perreros, especialmente a uno que iba con su hijo de 9 años y le explicaba “…con un pié apartas un madroño, con el otro, otro madroño, y con lo del medio lo que quede” así como “acuérdate, cuando estés en un puesto cazando, del trabajo que hacemos los perreros”.

Buena gente, buen día, agradables sensaciones, la caza unas veces bien y otras no tanto, ya se sabe. Gracias Joaquín y también a David y a Pablo por la agradable compañía.