miércoles, 24 de febrero de 2016

La familia y la caza. Carta de agradecimiento.

Llega el final de la temporada y toca hacer balance de la misma.  Repasando mis notas, me doy cuenta que hay un elemento que los cazadores nunca comentamos, o lo hacemos en tono de broma.

El elemento familiar.

En mi caso, tengo la suerte de tener una familia joven compuesta por mis tres hijas: Inés de casi 12 años, Cecilia de casi 9 años y Carmencita que aun no ha cumplido los 2 y mi mujer, Carmen.

En los distintos foros de cazadores, la familia aparece como un limitante.  He oído de todo, desde "la prole", "la maquina de reñir", "la directora de operaciones de casa", "la conductora de escobas"...   Pero también he oído "mi media naranja", "mis rayones", "mi perdiz"...

Algunas realidades...

  • La caza consume mucho tiempo, y normalmente coincide con el tiempo "de familia", sábados o domingos.
  • Es una autentica pasión: no es una afición (al menos para mi).  Al ser una pasión, nos hace volvernos irracionales y la posibilidad de perder un gran evento cinegético es poco mas o menos comparable a la sensación de tirar un boleto de lotería premiado o que nos corten una mano.... cuesta ceder.
  • La caza tiene un coste económico elevado.  No solo el coste de las cacerías (al haber mucha oferta, también hay mucha gama de precios), las armas, la ropa, la munición, los costes de desplazamiento...
  • Los cazadores parece que solo sabemos hablar de una cosa, y cuando "cogemos carrete" no hay quien nos pare...


En mi caso, y aunque seguramente me lo han podido leer en la cara, guardaré siempre en mi recuerdo el día que Cecilia me acompañó a cazar zorzales, o el día que Inés y yo nos pegamos una pateada tremenda para cazar un par de perdices.  O el compartir la emoción montera y la belleza del lance con mi mujer, Carmen.
También he podido compartir ratos, casi como espectador, con amigos y sus hijos, Javier y su rayón, que apunta maneras, Raul y su rayon y su hija.  Ambos, como reza la tradición, enseñando sin dar lecciones, dando importancia a lo importante y enseñando a amar a la naturaleza en una de sus formas mas ancestrales, la caza.

Cada mañana de caza implica madrugón importante.  Todas y cada una de las veces, Carmen, se levanta para tomarse un café conmigo y desearme suerte.  Antes de salir, y cual Oráculo, siempre me giro, la miro y le pregunto, ¿qué voy a cazar hoy?  Sonríe y me dice, hoy va a ir bien (cuando solo sonríe, malo....).  Y siempre acierta.

A veces he llegado tarde porque la jornada se ha alargado, o la carretera estaba mal...  Y ellas, las cuatro, mis cuatro mujeres, estaban ahí, esperando a que llegase para hacer algo juntos.  En alguna ocasión me han recriminado llegar tarde: "papá, ¡nos has dejado solas!"

Agradezco el esfuerzo que supone cada día de caza y que no seria posible si cada una, en su medida, no hiciese lo posible para que yo pueda disfrutar de mi pasión.

Desde aquí, un Gracias tremendo...



1 comentario:

  1. Pura realidad salida del alma de un gran maestro y amante de la caza. Nunca podré pagarte la tarde de verano que compartimos y como enseñaste a mi hijo. Gracias amigo.

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