Este fin de semana, y gracias a la
gestión del gran Raul Blazquez, mi amigo Ian y yo, tuvimos la oportunidad de
cazar en Ramacastañas, provincia de Ávila. Se da la peculiar
circunstancia de ser zona limítrofe entre las dos Castillas y tener unas lindes
cuando menos, creativas. Según me cuenta mi amigo Jaime, vecino de la
zona, se trata de razones históricas las que dibujaron tan caprichosas lindes.
La montería estaba
organizada por Javi Pelillo, orgánica desconocida para mí, aunque fraguándose un
nombre de jornadas honestas a buen precio.
Estábamos citados a las 09.00 el
sábado en el bar Martina en el pueblo antes citado. Día precioso, cielo
azul, temperatura rondando los 5º. Nada más llegar, abrazos de rigor con
el buen amigo Raul que estaba magníficamente acompañado de su hija mayor y
Pablo Arjona, también estupendamente acompañado.
Nada más apuntarnos y
abonar el derecho a la jornada en cuestión, pasamos a degustar el desayuno...
plato de plástico, de pie y café duro... pero caliente...
La casualidad más
sorprendente de mundo es cuando de pronto alguien me toca en el hombro y al
girarme, me encuentro de cara con Don Jaime Fernandez, cazador elegante,
tradicional y secretario del ilustre Real Club De Monteros. Cuando decimos que
"de casta le viene al galgo", Don Jaime tiene impregnado en sus genes
la herencia de ser nieto del legendario Don Jaime de Foxá, una de las grandes
figuras venatorias que ha dado esta nuestra "piel de toro".
Casualmente, caza un terreno colindante a la mancha en cuestión, y como
mandan los cánones, se ha coordinado con la orgánica para que todos disfrutemos
del mejor día de caza que este campo Castellano pueda ofrecernos.
Charla mañanera
mientras esperamos la suerte del puesto. Raul y yo hemos sacado de paseo
los Winchester BigBore 375 de los que ambos somos propietarios. Armas
bonitas, históricas, pero muy específicas para disparo en corto... veremos si
salen de "paseo" o se quedan al calor de la funda...
Previo al sorteo,
Javi Pelillo nos da las indicaciones de rigor, y añade explicación de cómo es
la mancha a cazar y como se distribuirán los perros y de qué manera cazarán.
Soberbia explicación y poco habitual, que ya da buenas pistas de lo bien
planificada que está la jornada. Llega la suerte del sorteo y nos vamos
repartiendo por las armadas. A Ian y a mí nos ha caído en suerte el
puesto 2 de la armada "los Chopos".... Una realizada la travesía en
coche hasta la armada, disfrutamos de un paseo en medio de la mancha mientras
se van colocando los puestos, todos con tiraderos muy cerrados. Monte muy
sucio con mucha chaparra salteada, riachuelos de agua y charcas aquí y allá.
Terreno perfecto para nuestro contrincante, el "sus scorfa"
(jabalí).
La procesión,
encabezada por el postor, hombre amable y conocedor de la zona es completada
por dos miembros de "sangre montera" que, cámara en mano, buscan el
puesto donde acompañar y grabar la jornada.
Después de pasar
muchas posturas francamente cerradas, subimos un repecho y llegamos al puesto
número 2. Parece que mágicamente, el bosque se ha abierto formando un
claro de unos 200 metros de largo por 50 de ancho. El claro esta cubierto
de un césped verde rabioso casi más propio de un hoyo de golf que de un claro
en el campo Castellano. El verde es cortado por un riachuelo que
atraviesa el claro. El riachuelo produce un hipnótico gorgoriteo de agua que
fluye incesante... Aunque los jabalíes no son amigos de atravesar claros
tan abiertos, el puesto nos hace sentir parte de una paisaje digno de un cuadro.
Importante destacar el cuidado con el que se han colocado los puestos,
todos seguros con posibilidad de disparar en 360º.
Oímos la suelta de
las rehalas a lo lejos... y pasan los minutos... y seguimos oyendo los perros a
lo lejos, acercándose despacio... pasan una pareja de horas... y los
perros parecen casi estáticos... Reviso una y otra vez mi Winchester
Modelo 70 pre 64 en 300 Winchester Magnum.
Llevo los aumentos en 2,5 ya que con
un monte tan sucio, necesito amplitud de campo de visión. No esperaba yo a ningún macareno regalándome
una carrera en el abierto.
(La postura y tiradero de izquierda a derecha)
En la recámara, cargo
4 Norma TipStrike en 170 grains de punta anaranjada. La munición es
soberbia en su presentación: la caja trae una pequeña tabla balística (que
ojala otras marcas también llevasen) impresa. Los portabalas están
inteligentemente diseñados y tienen un encaje y tacto perfectos. Los
casquillos brillan y la bala es copada por una punta roja anaranjada; tienen un
acabado que transmite una altísima calidad y cuidado en la fabricación.
(Las Norma, joyas letales)
(En la recámara)
El lance
Oímos una ladra potente acercase... bastón
en mano, apoyo mi rifle... y de manera inesperada y sorpresiva, salta el jabalí
al abierto donde menos lo esperábamos.... Corre desbocado por en medio del
claro, perseguido por varios perros a unos 20 metros... Nos separan unos 120 o 130 metros del animal;
su carrera es no será larga porque busca el sucio al otro lado del claro...
calculo unos 50 metros de carrera, de los que yo solo veo unos 40.... Lo
encajo en el visor... en mi cabeza se suceden cálculos mentales a gran velocidad...
debe llegar a una zona donde me sienta cómodo con el disparo, se entierre la
bala... adelanto un metro al animal y lo acompaño hasta que llega a la
"kill zone" (que dicen los anglosajones), efectúo el disparo que me
resulta suave, y encerrojo el rifle de nuevo preparado para un posible segundo
disparo... pero el disparo ha hecho blanco en el animal haciendo que este de un
gran volatín... inmediatamente es alcanzado por varios perros que aceleran el
desenlace en segundos... hay agarre, pero el animal esta ya inerte.
Pasados los segundos
necesarios para salir del autocontrol, mi alegría explota y se deja ver en una sonrisa
de esas que salen de dentro... Llega el rehalero y constata la muerte del
animal, alejando a la rehala que sigue "trabada" en el animal.
El lance ha sido extraordinario y
estoy feliz por haber puesto en práctica ese ritual que uno debe seguir en
lances "largos", dejar cumplir al animal, acompañarlo en el visor,
adelantarlo, esperar la "ventana de disparo" perfecto... estar
templado, no dudar y disparar...
Pasan las horas y veo
como los rehaleros van cazando despacio, controlando a los perros. Pocas
veces he podido ver un trabajo tan bien realizado. Muchas veces los
perros se descontrolan o no son todo lo buenos que cabría esperar... estos, han
sacado lo que buenamente ha sido posible en un monte con tanto escondite....
La montería llega a
su fin y nos acercamos a ver al animal abatido en compañía del postor. Es
una hembra "colmilluda", grande, de unos 95 kilos. El disparo
la ha atravesado y está centrado en el
costillar, unos 15 centímetros por detrás del "codillo"...
Acercamos el animal al camino para ser recogido y emprendemos la procesión
hasta los coches... vamos escuchando las historias de unos y otros... desde el habitual
"no he visto nada" al, me ha pasado volando...
Al juntarnos en la
plaza del pueblo, e intercambiar impresiones, Raul me obsequia con un abrazo
sincero, de amigo que se alegra por la suerte del amigo. Gesto que
corrobora la opinión que tengo de él, un gran cazador y mejor persona aun.
Pablo ha tenido la oportunidad de disparar sobre un navajero pero parece
que se ha marchado para ser abatido por una postura más arriba. Sin
querer discutirlo, se ha quedado con el mal sabor de boca de pensar que la
primera sangre había sido suya... la caza es muchas veces así...
Finaliza la comida
cerramos la temporada y nos despedimos fundiéndonos en abrazos de sincera
amistad.
(con Raul Blazquez, co autor de Esencia Montera)
Broche de oro para
una temporada con luces y sombras. A bote pronto, me quedo con los
recuerdos de los parajes preciosos que he podido disfrutar y compartir con
grandes amigos. Me quedo con las luces de lances maravillosos y animales
que viven en mi recuerdo para siempre.
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