Preciosa estampa manchega |
Merkel RX Helix en 300WM equipado con visor Leica 2.4-16x56 |
Nos recibió una tarde calurosa, hierba amarilla y arboledas frescunas. Llegamos al borde de la carretera y ya nos estaba esperando el guarda de la finca: Teodoro. Hombre amable, castellano, de sonrisa permanente y de mirada franca y sincera.
Cargamos los macutos y las armas en su pick up y comenzamos a adentrarnos en la serranía. La estampa era espectacular, casi recordando a paisajes africanos. Pudimos ver un par de ciervas, y en una ladera, pocos metros después, mirándonos de frente, dos venados muy bien armados, aun con sus borlas respectivas.
La subida a mi atalaya fue cuando menos, interesante! |
Me tocó ubicarme en un puesto de "torreta", situado en un roblezuelo, frente a una baña y una "almorzaa" de maíz. La sensación, subido a unos 7-8 metros de altura, rodeado de palomas y rabilargos, que casi me tomaban por su compañero, es casi indescriptible. Según iba cayendo la tarde, las palomas tocarces y alguna turca me revoloteaban alrededor y empecé a ver movimiento en la zona del comedero... una preciosa liebre, despacito despacito, casi con andar torpe y muy atenta a todos los sonidos hizo acto de presencia. Se le acercaron otras dos y comenzaron su ritual de limpieza. Se trata de todo un espectáculo porque las liebres son siempre muy precavidas y son difíciles de ver en esta actitud "relajada". Dando cabriolas tripa arriba, parecían casi peluches de juguete.
Cuiriosa foto de la liebre pastando tranquilamente |
Caen las últimas luces y se atisba una claridad apagada donde hace unos minutos estaba ese sol castellano y potente. Comienzo a oír unos leves pasos, casi imperceptibles.... y lo veo... se trata de un venado joven a escasos 10 metros de mi árbol. Es increíble lo silencioso que ha sido. Casi a cámara lenta se va acercando a la zona de la pitanza. Pasos silenciosos, como de algodón...
Pasan varios minutos y disfruto de tener un animal tan bello a escasos 30-40 metros, cuando comienzo a oír algún gruñido acercarse por mi derecha. Primero oigo algunos leves crugidos de ramas al moverse... y a los pocos minutos, oigo lo que parece una "manifestación cochinera" acercarse. Decenas de pequeños pasos moviendo las jaras... Y hacen acto de presencia en el claro y sin mucha precaución, no menos de 8 "recién" bermejos. El corazón acelerado por tan maravilloso espectáculo... se acerca la madre y lo que parece un machete de medio tamaño. Los observo por el visor Leica de campana de 56 y los veo con gran nitidez. Que espectáculo tan bello! Lo disfruto durante varios minutos, al venado, que se la ha unido otro y a la familia cochinera. Y de pronto, sin saber porqué... estampida de todos ellos que huyen a gran velocidad... silencio absoluto, oído afinado al máximo... oigo algo rascarse a unos 80-100 metros... aquí esta mi "adversario intimo"... pasan los segundos lentamente, casi como gotas de miel que caen alargándose en hilos de oro.... silencio de nuevo... y comienzo a oír una respiración pesada... lo que llamamos un "bufido"... uno tras otro, lentos y espaciados... algo ha oído o sentido y está tratando de cogerme el aire... casi ni respiro... silencio otra vez... movimiento muy tenue... otro bufido... silencio... finalmente un gruñido... silencio.... Algo no le ha gustado y ha decidido esperar...
Pocos minutos después me recoge Teodoro con una sonrisa de oreja a oreja. Pasamos a recoger a Ian primero, que ha disfrutado de mucho movimiento en su postura y finalmente a Fernando, que ha disfrutado de un cielo estampado de estrellas y de una noche mas en ese campo precioso y maravilloso que es casi su segunda casa.
Una noche para recordar, aunque no disparé, disfruté de uno de los mejores espectáculos del mundo, la naturaleza en movimiento y la caza bombeando por mis venas. Gracias Teodoro, Gracias Ian, y Gracias Fernando.
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